MEMORIA DEL OLIVO

En la sociedad de la Información volvemos la mirada a los valores más humanos, y apreciamos en el olivo, el árbol de la sabiduría Celta, el fruto que nos alimenta y el bálsamo reconfortante, la sombra que nos protege y las raíces profundas que nos unen a la tierra. Pero sobre todo, y esto simboliza para nosotros: la Conservación de la Memoria.

ACERCA DEL OLIVO

Los frutos alimenticios surgieron de la selección de las semillas y la paciente labor humana. En lo que más tarde sería Persia se encuentran los primeros vestigios arqueológicos de los olivos cultivados por el hombre.

En todas las orillas del Mare Nostrum habrían de difundirlo los mercaderes fenicios, antes de que Homero compusiera sus poemas épicos. Hacia el siglo XI antes de nuestra era llegó a la Península Ibérica, donde se multiplicó de tal forma, que el Emperador Adriano acuñó monedas con un ramo de olivo y la leyenda HISPANIA. Pero el fruto no se llamaría aceituna hasta que los árabes introdujeron nuevas variedades.

Al terminar el Diluvio Universal, Noé confirma la noticia cuando recibe una rama de olivo del pico de una paloma. Más tarde sabrá el Patriarca Hebreo de los labios de Yavhé que el aceite de oliva está mezclado en el Santo Crisma con los mejores perfumes.

En una de tantas leyendas Griegas, Atenea Partenos disputa con Neptuno el honor de presidir el Ática, y el Padre de los Dioses propone que cada quien presente el mejor obsequio para sus habitantes. Neptuno propuso entonces los más briosos corceles. Pero no pudo competir con una sola rama tapizada de frutos que darían alimento, aceite, bálsamos, y permitiría con tan poca sustancia mantener la lumbre encendida. Zeús no dudó entonces en reconocer los méritos de la Diosa de la Sabiduría, y desde entonces su capital se llama Atenas y el mítico templo que diseñó y decoró Fidias, Partenón.

El Olivo y la Memoria. En el huerto donde aguardó la traición de Judas, Jesús rezó rodeado de estos árboles tan longevos. Diversos pueblos asociarían hechos memorables al olivo. A la muerte de un gran místico o de un guerrero heroico, se sembraba un olivo para honrar su recuerdo. A quien por él pasara era preciso comunicarle la historia. Cuando Jesús rezó en Getsemaní, aquellos árboles tal vez no fueran los mismos. Más de uno ya dejó de dar brotes con cada primavera. Troncos y ramas casi fósiles son tan sólidos como una roca, o tan frágiles como el barro seco. No lo sabemos. Nadie debe tocarlos, pues con ellos se perdería una porción de la Memoria de la Humanidad.

El Olivo en el mundo Celta. Los Celtas fueron de aquellos pueblos que organizaron buena parte de su vida diaria, en torno a los muchos dones que brinda el olivo. Aún hoy en buena parte de Gran Bretaña se siembran distintos árboles para preservar los recuerdos, pues los Celtas no siempre conmemoraban los hechos con el olivo. Sino solo aquellos más relevantes. Dentro de su Astrología se asignaba un árbol a cada período del año, y los nacidos bajo la sombra del olivo se consideraban amantes del sol, de sentimientos cálidos; razonables, equilibrados, condescendientes, y con profundo sentido de la justicia. Amigos de las leyendas y la compañía sofisticada.

Los Celtas atribuían un espíritu a cada árbol, y el olivo tiene un espíritu muy generoso, en cuanto obsequia tantos bienes con independencia de las inclemencias del tiempo. Durante las sequías da menos frutos, pero de mayor tamaño y calidad. En Buena parte de Gran Bretaña, aún se guarda la tradición de plantar un árbol para conmemorar ciertos acontecimientos, especialmente los fallecimientos de personajes notables. Así se guarda una costumbre milenaria, que nos permite decir que el espíritu del árbol alberga la Memoria que le encomendamos.

El Olivo en la ciudad de Vigo. Hay quien ve el olivo como estrictamente mediterráneo, sin advertir las distintas barbaries que se sucedieron en la Historia, que terminaron con los olivares Celtas. Por ello aún la ciudad de Vigo conserva en su escudo un olivo, no sólo porque así lo quisieran las leyendas heráldicas, sino porque Vicus Spacorum fue afamada por sus olivares antes de los primeros asaltos normandos.

Sacerdotisas matriarcales y Druidas mezclaban toda clase de pócimas valiéndose del inagotable aceite, que sabiamente tratado fue bálsamo de las élites de distintas culturas.

El Olivo en América. No se introdujo en las posesiones españolas de ultramar, porque de esta forma la Corona protegió el monopolio ibérico del aceite de oliva. La oligarquía concentró las plantaciones en sus latifundios y lo persiguió lejos para conservar para sí tan valioso cultivo y toda la cultura que implica.

El olivo llegará de forma testimonial a Perú junto con la vid, una de cuyas tres primeras plantas fue robada y llevada a Chile. Las autoridades eclesiásticas, considerando las peculiares circunstancias del robo, pues era muy difícil que una vid llegara viva, amenazaron con la excomunión. Fue entonces cuando un infante anónimo confesó el robo, y pagó una fuerte expiación a la Iglesia. Desde entonces hubo vino en Chile. Pero más tarde fueron prohibidos los viñedos por el Virrey Francisco de Toledo. Por ello, la cultura del vino y el olivo tardó en llegar a América.

A partir del árbol que según la tradición plantaron los primeros conquistadores, alguno de los cuales aún se conserva en los jardines del Palacio Presidencial de Lima, los países andinos accedieron a los beneficios del fruto de origen Persa.

La culpa del olivo en la pintura al óleo. A tan bello árbol, símbolo de la Paz, de la Gloria, ungüento de sacerdotisas y bálsamo de hambrientos, buscando y rastreando su historia, sólo le encontramos un percance que achacar de forma relativa. Durante la Edad Media el más célebre tratado de pintura aconseja no pintar al aceite porque nunca seca. Se equivocaron. El aceite de lino o el de adormidera se oxidan por completo; con ellos se pintaba al temple, mezclando en un mortero la emulsión que se forma con yema de huevo o caseína láctea y agua. Pero al hacer las pruebas con aceite solo y sin emulgente, debieron contaminar los morteros con aceite de oliva. Lo cierto es que este error de imprenta, según dicen los que de esto entienden, postergó la pintura al óleo trescientos años.

En todo caso, el olivo vuelve a darnos una lección histórica.

Misión

Obtener una alta rentabilidad, así como el desarrollo personal, profesional y económico de todos los integrantes de la Empresa.

El Negocio

Nuestra Empresa se dedica a la comercialización de servicios y productos asociados a la protección de la información como activo fundamental, tanto del sistema físico como en los procedimientos legales y a la formación del personal de las organizaciones.

Nuestra meta es crear valor y satisfacción para los clientes de forma permanente y para ello:

  • Aprovechamos al máximo los conocimientos y capacidades del personal, comprometiéndonos con la mejora continua tanto en calidad de producto como en procesos, con el objetivo de que sientan la empresa como suya.
  • Nos diferenciamos con una gran imagen de Marca y con la fidelización del cliente.
  • Mantenemos una estrecha relación con todos nuestros colaboradores

Cultura

Todo esto lo basamos en un modelo de Cultura de Empresa regido por:

  • El fomento de la participación y el trabajo en equipo.
  • El diálogo.
  • La credibilidad y confianza de las relaciones tanto internas como externas.
  • El fomento del desarrollo profesional de todo el personal.

Nuestra empresa depende de valores de desarrollo, quedando los valores de control para el mantenimiento y administración de la riqueza generada.

Cuatro son los valores fundamentales de éxito en nuestra Organización: CRST (Confianza, Responsabilidad, Sinceridad y Trabajo en Equipo).

  • Confianza: Aportamos tranquilidad y garantías a buen precio.
  • Responsabilidad: Avanzamos con la aportación de los conocimientos de cada profesional después del análisis profundo de su trabajo.
  • Sinceridad: Progresamos con honestidad diálogo y respeto.
  • Trabajo en Equipo: Compartimos ideas, ilusión y experiencia, para construir un gran proyecto para todos.

Como consecuencia de estos cuatro valores, todos aportamos: autoorganización, libertad, creatividad, intuición, variedad, aprendizaje de errores, entusiasmo, equidad, debate, alegría, calidez, potenciación, provocación y confianza.